Soy fan los mapas desde que en mi época en la escuela secundaria, trazarlos formó parte de las actividades de la clase de Geografía. Fue estupendo darme cuenta posteriormente, que los pasatiempos que me habían atrapado hacen uso de los mapas muy frecuentemente.
Hay mapas de Tierra Media en El Hobbit y El Señor de los Anillos de Tolkien, así como de Arrakis en Dune de Frank Herbert. Útiles y excelentes ornamentos para expresar la magnitud del viaje de los protagonistas y los puntos de interés referenciados en las novelas.
En los juegos de tablero, desde clásicos como Axis & Allies, Diplomacy y Risk (en sus múltiples versiones) hasta los más modernos Pandemic y Ticket to Ride, los mapas son parte integral del juego. También en videojuegos de estrategia como Age of Empires y Civilization, los mapas son el lienzo donde quedan plasmadas las decisiones de los jugadores.
Es curioso como, de cierta manera, los mapas atestiguan la existencia de regiones que muy probablemente jamás visitaremos; lo que se acentúa en el caso de mundos imaginarios. Me parece que los mapas de lugares ficticios asisten en la inmersión del lector o jugador ante la novela o juego al que se enfrenta, ofreciendo la sensación de existencia a esos parajes de la ficción.
La inmersión, la sensación de existencia, son especialmente relevantes para los juegos y videojuegos de rol, donde los mapas cumplen además con la importante función de invitar a los jugadores a explorar el mundo.
Al activar el mapa en un videojuego de rol bien armado, el jugador puede identificar la magnitud de la heroica gesta en la que se embarca así como sentirse motivado a realizar las misiones que la trama del videojuego traiga consigo. Por otro lado, la mayoría de los manuales y suplementos roleros contienen por lo menos un mapa ilustrativo del mundo imaginario en el cual se desarrollará el juego; muy a menudo con descripciones de personajes, facciones y sucesos con los cuales los jugadores podrán (o no) interactuar en el curso de su campaña.
Por supuesto, mi afición por crear mapas se enfrenta diametralmente a mi notable falta de habilidad para dibujarlos. El pulso de maraquero me sirve bien para trazar costas estilo “fiordo escandinavo”, pero no para más.
Tratando de compensar esta deficiencia, fue como inicié mi acercamiento al Software Rolero.